Silvio, la
memoria es tan larga y antigua,
que nada cae en el olvido,
ni siquiera la
palabra no recuerdo,
y es más, todo lo que no se ha dicho,
que lo que
tengas que decir,
la historia es tan larga y antigua,
que el sol de una
mañana
no bastaría para contarla,
ni el canto de un niño asemeja
el
tiempo del olvido,
nunca el tiempo fue lejano,
ni pasó de moda el verso
libre,
la paloma que en la paz
envuelve su callada libertad.
Silvio, no
digo no,
digo que el viento sin embargo
lleva el canto, la voz de lo
inesperado,
el asombro de lo nuevo,
que nace por que nace,
de la mano
del canto de un grillo.
La memoria es tan larga y antigua,
como la espuma
crece el mar,
y rema sobre el olvido,
Habana, Habana ciudad,
un
horizonte no es tan lejano,
si el tiempo no se cierra
en el puño de una
mano.
Rolando Gabrielli ©2006
En el 69 volaba mi juventud, mis
ganas de conocer, saber, tocar y volar. Me preguntaba en una esquina de
Santiago, en esas noches, cuál sería la sensación de traspasar la frontera. Un
deseo que superaba la corporalidad de mis palabras y sentidos. Dejaba el viejo
aeropuerto de Santiago una tarde de verano crespucular montado en la brisa, como
si todo quedara atrás en una nube gaseosa, que algún día volvería encontrar.
Primer vuelo y directo al D.F., con una delegación de artistas, todos mayores
que yo, un charter de la época del siglo pasado. El
D.F., nos recibió con su impresionante mundo de asfalto iluminado ya en
ese entonces y el avión descendió lentamente en la laguna de México. Llegamos de
madrugada y yo sólo llevaba un billete de veinte dólares, que una prostituta de
San Camilo, ahí en la calle Santa Isabel, me había ido a vender a mi casa en sus
proximidades antes de partir. al llegar al DF, me asocié con un compañero de
viaje y nos fuimos a casa de mi tío Alejandro, hermano de mi padre, en un taxi
gigantesco, escuchando la voz mexicana del conductor. Era un poco el tono de
Negrete, Miguel Aceves Mejía y Pedro Vargas. Llegamos en la acerada amanecida de México. Fueron
unos días de conocer el DF, vivirlo, comer, sentir su altura, la asfixia de sus
calles ya contaminadas, la riqueza de un pueblo rico en tardiciones, La Plaza
Garibaldi, Las Mañanitas por mi cumpleaños, toda la gracia de México absorvida a
pleno pulmón. Color, comidas exóticas, acento, rostros distintos, calles nuevas.
Las calles interminables de México y esos 22 años clavados en el calendario A,
bajo uvenzteca y Maya, bajo el dorado sol de la juventud. El destino era La
Habana y nos montamos en un vuelo con dirección Caribe, hacia la Mayor de las
Antillas, sintiendo los vacío aéreo, otro tiempo y atmósfera. Al descender als
escaleras del viejo avión cubano, sentí por primera vez la atmósfera intensa del
trópico y no sabría que, sólo seis años desùés no abandonaría hasta hoy día. Una
cortina ascendente, directa, de humedad que te envuelve de pies a cabeza. El
trópico traspasa las últimas reservas de tensión corporal, adormece como una
máquina del tiempo en cámara lenta y te absorve para sí, petrificado en un
aceite de combustión suave. Comienzas a sudar como
una planta, te trasnsformas en un vegetal, una planta o terminarás por
chocar y sumirte como un pedazo de asfalto fuera del paisaje natural. Amoldas
las manos, tus piernas, costillas, la humanidad entera a esa atmósferá que te
encapsula en sudor y tú viajas en ti mismo, desde adentro, ya no saldrás más de
ti hacia donde vayas.
A la hora estábamos en Malecón y
Galeano, en el Douville, un hotel de diez años, que era casino, de parejas, una
perla blanca del azar y la prostitución en los tiempos del Sargento Batista.
Frente al Malecón de La Habana, en sus rompientes olas, las suaves y limpias
sábanas de la adolescencia aún, dormí como un príncipe esa noche cargado de
sueños, apagado por las voces del trópico. Pensé largamente en Chile, esos días,
y en mi bisabuelo catalán padre de mi abuela catalana, Joan Serra, quien
combatió en la larga guerra de Cuba durante diez años contra Maceo Y
Martí. ¿La historia es un tirabuzón de un
solo corcho? Flota lo que no se hunde y el río no será el mismo, oscuro, oscuro,
manto de agua que va y viene con tus palabras. El malecón habanero se sentía en
la rompiente ola, desde la ventana del cuarto la vista recorría ese pedazo de
tantas historias, un sitio para sentir La Habana desnuda en su humedad y epílogo
nocturno. Ciudad mulata, rebelde, detenida en el tiempo.
Se sucederían los días como si
el tiempo pasara sobre un círculo detenido. ïbamos por dos semanas o una, ya no
recuerdo, y nos quedamos dos meses, porque México, la puerta de entrada se había
cerrado y las visas no llegaban. de alguna manera comprendimos el bloqueo,
porque habían muchas actividades diarias y recorrimos buena aprte del país,
mientras se levantaba la cortina en la Mexico City. Conocí a R. Dalton, porque
llevaba La Pobre Musiquilla de als esferas de Enrqique Lihn y
a Eliseo Diego, porque le llevada Las Crónicas del Forastero, que
habían enviado ambos autores a sus amigos. En medio de las actividades diarias,
corte de caña y trabajos en el cordón agrícola de La Habana, unos rones
nocturnos, la música cubana, el Coppelia con sus helados nocturnos y en grandes
filas. Zumbando la historia de esos días, el Norte, el Sur, visitas de algunas
autoridades y de pronto, una mañana Silvio Rodríguez, con La Era está pariendo un corazón....Le he preguntado a mi sombraa ver como ando para
reírme, mientras el llanto, con voz de templo, rompe en la sala regando el
tiempo. Mi sombra dice que reírse es ver los llantos como mi llanto, y me he
callado, desesperado y escucho entonces: la tierra llora. La era está pariendo
un corazón, no puede más, se muere de dolor y hay que acudir corriendo pues se
cae el por venir en cualquier selva del mundo, en cualquier
calle....
Y después vino Fusil contra Fusil... El silencio del monte vapreparando un adiós. La
palabra que se dirá in memoriam serála explosión. Se perdió el hombre de este
siglo allí,su nombre y su apellido son: fusil contra fusil. Se quebró la cáscara
del viento a sur y sobre la primera cruz despierta la verdad. Todo el mundo
tercero va a enterrar su dolor. Con granizo de plomo hará su agujero de honor,
su canción. Dejarán el cuerpo de la vida allí, su nombre y su apellido son:
fusil contra fusil....Era en el 69, un
año no muy redondo, pero recién comenzaba en febrero, el mundo contaba con sus
propios patines de hielo durante la Guerra Fría. A partir de esa mañana,
quedaríamos de acuerdo en una entrevista en su casa con Silvio. Y conversamos
mientras pulsaba las cuerdas y entonaba sus dos éxitos de esos momentos...Y la
entrevista se armó entorno a la música, Cuba, América latina, la juventud... y
yo tomando notas mientras caían las palabras del cantautor, sus notas, en la
tibia Habana, amorosa Habana. Y me quedé con la nota hasta la partida. En medio
de la mañana y noche habanera, de esos días delgados deslizados dimanados. Me
encontraría con Reinaldo Arenas y me regalaría su libro Celestino antes del
Alba; Fayad Jamís, Nicolás Guillén, Cintio Vitier; César López y Félix
Contreras, entre otros, quien me serviría de cicerone. El tiempo pasaba. El Caso
Padilla. Llegó a mis manos, luego de pedirlo, Fuera del Juego de
Heberto Padilla. La Habana Vieja, Varadero, Trinidad, Santa Clara, Camaguey,
Holguín, Santiago, Moncada, en fin, la historia de los Rebeldes. Mèxico no
cursaba las visas. Un paso adelante, caballero, en las guaguas...pensando en el
Beny...Hemingway, los mitos...libros y más libros...Casa de Las Américas,
Mariano el pintor y Roberto Fernandez Retamar, su Director. Trabajo voluntario
envolviendo libros. Y con mis flamantes 20 dólares, hago mis primeras compras.
Dauville, 8.30 PM, alguien toca la puerta. Son de Casa de Las Américas. Traen mi
pobre billete rayado con tinta. Lo veo y leo: Falso. Tiene más, me preguntaron.
No, es el único. Y expliqué su adquisición. No los conozco. Primera vez que
tengo uno. Provinciano de Chile y después viviría con el papel dólar cada dia
para no olvidar más su color, textura. Me miraron y rieron. Se dieron cuenta que
no venía con la idea de desestabilizar la moneda cuabana o estafar sus
instituciones.
Llegó la visa. Muchas noches y
días. Conversaciones de literatura. Poesía. Un discurso largo de Fidel. 13 de
marzo. Y llegó el día de la partida. Fui donde mi profesor Antonio Skarmeta,
periodista de la revista Ercilla y le presenté la entrevista de Silvio. ¿Quién
es?, preguntó. Un desconocido, pensó y al archivo hasta hoy día. No supe más.
Nuevo gobierno y lo que vino. El tema quedó colgando hasta el fin de los
tiempos. Afortunadamente Silvio no dependería de mi entrevista para seguir
llenado los estadios en Santiago de Chile.
Rolando
Gabrielli©2006