La Contraentrevista
(I Parte)
Ya que últimamente me parece que he vuelto a estar de moda, en Chile mi
tierra, luego de un prolongado silencio producto de mi última gira
Latinoaericana, que me llevó entre otros parajes de nuestra amada América, por
los iluminados senderos milenarios de la hermana República del Perú, conocí el
calor y la picardía del pueblo mexicano ad portas del fraude electoral, los
enigmas fascinantes de la Guatemala de postguerra (Apostaría mi cabeza a que
NADIE en Chile se enteró jamás de la guerra fraticida que duró 34 años en el
país de las ruinas mayas) y el verdadero sabor del asado argentino post crisis
económica y antes de los cortes de gas. La cosa es que vuelvo y vuelvo a desatar
las iras y los amores de mis compatriotas y mis senos, pequeños pero juguetones,
vuelven a la portada de los diarios amarillistas mas importantes de mi ciudad,
que además constituyen el 90% de la prensa nacional, (sino la totalidad).
Imagínense no más tamaña cobertura. A partir de las últimas entrevistas de mi
persona que ha aparecido en los medios locales, mis antiguos amigos de moda me
han vuelto a invitar a sus fiestas de moda. Tías y parientes horrorizados han
vuelto a llamar por teléfono a mi santa madre, beta y laboriosa mujer que de
ninguna manera se merece una hija
como yo, para saber cómo se encuentra luego de las públicas travesuras de su
hija menor, “la elisita”.
Y
la elisita en tetas diciendo que se quiere coger a todo el mundo en el diario, a
todo color, en las páginas centrales, al lado de la Kenita Larrín (que está mas gorda según rezan los
titulares) y de la suelta de cascos (según afirman los mismos titulares) de la
Pamela Díaz. Vuelvo a la palestra señores, al starsystem criollo, especie de
gallinero o vitrina en liquidación de temporada, que mis tías devoran cada noche
por las pantallas de sus televisores. Mis tías, buenas personas, trabajadoras,
madres solteras y nanas casi en su
totalidad.
A
raíz de mis últimas apariciones en los medios, mi padre, modesto peluquero
jubilado ex obrero eléctrico, ha vuelto a sentir vergüenza de su hija, su hijita
menor, que en algún momento torció el rumbo y ha vuelto a preguntarse con
angustia dónde estaba él que no se dio cuenta, probablemente pensando en la
inmortalidad del cangrejo, asunto al que ha dedicado buena parte de su
vida.
En tanto, mi hermana, la doctora, la primera profesional universitaria de
una estirpe de campesinos pobres, me ha vuelto a ofrecer su ayuda económica,
“Eli, si necesitabas plata por qué no me llamaste por teléfono, yo te puedo
ayudar, pero no quiero que vuelvas a hacer topless”, me ha dicho por su celular
entre cabro chico llorón y cabro chico llorón, la pobre, otra buena persona más,
trabajadora, profesional de la salud, a la que el plan auge solo le ha traído un
notorio auge en la frecuencia de sus
jaquecas.
“Hermana, no son topless, son performances”, me vi en la necesidad de
aclararle, pero ella no pareció notar la
diferecia.
Bueno, a raíz de todo eso y porque finalmente, debo admitirlo ¡Perdón
Familia!, me gusta el genero revisteril y entrevisteril y porque finalmente lo
único que quiero es hacerme rica y famosa a costa de cualquier cosa, incluso de
la salud mental de mis seres queridos, es que se me ocurrió, en un brillante
momento de estremecimiento creativo, hacer esta contraentrevista. ¿Qué coño es
una contraentrevista señorita profesora? preguntaría un alumno bobo de primer
año de periodismo de una institución cara y privada (a dónde suelen llegar una
buena cantidad de chicos bobos).
“Mijito, una contraentrevista es un arma revolucionaria, una respuesta,
un contrataque una suerte de guerrilla contra la ideología inyectada de manera
subrepticia en la población a partir de las políticas editoriales de los mass
media”, le respondería yo, con retórica marxista –
maorista.
O
sea, señor ciudadano, y siendo mas clara, si le hacen una entrevista, si vive
sus cinco minutos de fama en la prensa escrita, radio o televisión (Cuídese
especialmente de esta última) por cualquier evento no sospechado que le haya
sucedido, como por ejemplo un crimen pasional en su familia, una inundación en
su casa durante los temporales de invierno, si fue usted victima de una estafa
de una inmobiliaria o simplemente se le ocurrió escribir un libro, cualquiera
sea el caso en que usted es víctima de los mass media, haga su contraentrevista,
ataque, denuncie, cuente su verdad, haga un blog y hasta puede si lo desea hacer
una performance (Yo doy un taller muy barato y para todo publico, paso el
dato)
Entonces, entrando de lleno en la contraentrevista, el asunto que nos
compete en esta ocasión, paso a aclarar algunos puntos. El primero es en defensa
de los colegas que me han hecho las notas, chavos y chavas muy jóvenes,
entusiastas, probablemente muy mal pagados, movidos por el afán de inmortalizar
sus nombres en el papel periódico que luego irá a empapar goteras o a envolver
reinetas en el mercado. Juegan al nuevo periodismo porque no saben aun, no ha
descubierto de que el periodismo al menos en este momento en Chile, no existe,
el periodismo es hoy y ha sido siempre un puro bussines, un matrimonio perverso
entre poder y tecnología de la información al servicio irrestricto de ese
poder.
Con respecto a los textos publicados me interesa precisar algunos
puntos.
Acerca de lo que se afirma en la última edición del The Clinic,
Estimado lector, estimados colegas, ministros, familiares y amigos,
empresas auspiciadotas y personal calificado, a mi no me echaron del diario el
mercurio, donde trabajé por cerca de tres años como colaboradora en las
secciones de cultura y suplementos afines, porque me desnudara para recitar
poesía. En primer lugar porque nunca me he desnudado en público para recitar
poesía, cualquiera que haya ido a una presentación mía puede dar fe de ello. Lo
que yo hago son parodias y uno de mis personajes parodia a la Ciciolina que como
recordarán queridos colegas y amigos, acostumbrara a pasearse por las calles de
Roma mostrando sus senos y una corona de flores blancas en medio de su rubia
cabellera. Recordarán seguramente también que la chichi fue hasta hace unos años
atrás, una reconocida estrella del porno que se hizo famosa entre otras cosas
por coger con un burro.
En segundo término a mi no me “echaron cagando” como reza la nota, si no
que me pidieron con muy buenas palabras que no colaborara más con el medio en
cuestión, la empresa periodística mas importante del país, con una conocida
tendencia derechista y opus dei, porque entre otras extravagancias se me había
ocurrido un día la peregrina idea de agrupar a los colaboradores en una suerte
de sindicato para reclamar mejoras laborales. En la jerga periodística se les
llama colaboradores a los periodistas que prestan sus servicios a honorarios, es
decir boleteando, sin contrato o con un contrato provisional (otro eufemismo
mas) completamente al margen de toda ley laboral y durante muuuuuuucho tiempo.
“Elizabeth, si no estás conforme con las condiciones laborales que el diario te
ofrece yo te pediría que dejaras de colaborar con nosotros”, lo recuerdo casi a
la perfección, fueron las palabras de mi jefe dichas en un tono muy suave no
exento de paternalismo.
Entre las demandas estaba que subieran las tarifas de las notas
publicadas, que no habían sido modificadas en los últimos seis años. Pedíamos
también, si mal no recuerdo, el aumento de las computadoras y las sillas en una
sección que contaba con un equipo de diez personas y tres máquinas con sus
correspondientes asientos y centrales
telefónicas.
Por eso me echaron, pero en realidad como ya dije, no me echaron, me
dijeron luego que los jefes valoraban mi trabajo y que si recapacitaba y me
disculpaba por lo que ellos consideraban algo así como un insulto o un berrinche
de hijo natural mal agradecido, mi situación podría ser reconsiderada y yo
podría volver a estampar mi sucio y proleta nombre en las blancas y
aristocráticas páginas del diario mas importante de
Chile.
Y
yo dije que no, lo dije por teléfono y nunca más puse un pie en el lugar, no
porque no lo intentara sino porque como ustedes sabrán, luego del secuestro del
querubín de la familia Edwards (dueños de la cadena periodística y de parte
importante del país) en manos del frente patriótico Manuel Rodríguez, ocurrida
en los años álgidos del gobierno militar a la salida de los mismísimos jardines
de la empresa, las medidas de seguridad se extremaron. Los de recepción, gente
más bien entrenada en cuarteles que en institutos de relaciones públicas, a los que no por nada le dicen los del
bunker, son celosos y no entra nadie que no forme de manera oficial parte de la
planta o que no se identifica claramente con sus documentos al día y con una
cita confirmada. Por si quedara alguna duda el guardia llama a la persona
requerida desde el mesón y solo cuando esta da su aprobación la visita puede
ingresar a los ordenados campos que reciben al caminante
agotado.
Campos donde a veces uno veía llegar al presidente de la república, a
ministros y autoridades del más alto rango. El poder, que no es otra cosa que
una sola y gran familia con hijos díscolos que se vuelven marxistas, drogones o
artistas e hijos pródigos que cuidan y hacen crecer la fortuna familiar, el
poder almuerza en el mercurio entre otras razones porque la comida del casino es
deliciosa y muy abundante. Y porque el casino está diseñado como se debe, de
manera jerárquica con claras divisiones, con un gran salón común para el pueblo
y salas vip, para la parte vip del pueblo, es decir los miembros de la familia
real.
Eso es lo que mas extraño del mercurio, no a la familia real chilensis,
harto desabrida por lo demás (yo me quedo con Diana, anoréxica, con amantes
jóvenes y fatal), extraño la comida del casino porque era barata, abundante y
hasta exótica para mi paladar claseobrero. Porque sepa usted que aunque los
colaboradores pagábamos nuestro almuerzo, este era decididamente barato, la
derecha es bastante compasiva en algunos aspectos con sus siervos, sobre todo
con los más fieles.
Lo malo es que a mi nunca me ha gustado ser siervo y tampoco soy fiel.
Debo decir también y en honor a la verdad que la derecha paga al día, lo que no
es poco decir. Por lo demás, igual que en el resto de las empresas, el mercurio
esta lleno de buena gente y de gente deleznable. Gente que se saca la chucha
trabajando, leyendo, informándose, cultivándose y que intenta hacer las cosas
bien y honestamente a pesar de estar trabajando prácticamente en un estado
policial o en un convento, que es casi lo mismo. No son la mayoría, pero
existen, mis mas cordiales saludos
a todos ellos.
Tengo la sospecha o mas dicho casi la convicción que mi salida del medio
se produjo de manera natural, por este impasse sindicalista y porque yo no
pertenecía a ese rebaño, porque nunca quise pertenecer y no porque me haya
desnudado, ya que, de hecho si recuerdo bien, el mercurio fue el primer medio en
publicar una foto mía desnuda, en el marco de la nota testimonial que yo hiciera
cubriendo la performance de Tunick aquel nudista invierno del 2003. Ahí sí que
me empiluché enterita, pero lo hice junto a cuatro mil chilenos más que saltaban
de alegría y de frío esa helada mañana con 0 grados de temperatura. La crónica
se titulaba, “Permiso, me voy a desnudar”, en alusión a un nudista que junto con
pedir la pasada pedía permiso para desnudarse. Curiosamente el mercurio si me
dio permiso aquella vez y no solo eso si no que además publicó a página completa
la crónica que hice todavía temblando por la experiencia arrolladora de ver a mi
pueblo en pelotas.
Asi que
quede claro, señores a mi no me echaron por
desnudarme. |