JESUS RAFAEL SOTO
Era el año 1967, en la pared de mi taller tenía una foto del pintor
Jesús Rafael Soto. En el taller La Carreta, un grupo de jóvenes artistas
que formaban el Grupo Tonel, que era la continuidad del Grupo Espiral, ahí
con sueños y deseos de hacer arte, se hablaba de los movimientos
pictóricos, literarios y teatrales, se explicaba la obra del maestro Jesús
Rafael Soto. Y una mañana (1967) en el Museo de Bellas Artes traté de
hablarle y decirle que le admiraba, y en su compañía fuimos a un salón
donde estaban limpiando su obra, ahí estaba el director del museo Miguel
Arroyo y le dijo al maestro, ¿y esa pintura no se echa a perder
limpiándola con agua?, y Soto le respondió: "es una buena pintura", "es
como la Louisa Nevelson, (escultora norteamericana) antes trabajaba con
maderas viejas encontradas en los basureros, ahora hace su obra en
plástico o aluminio". Ahora estoy en Madrid, octubre 1967 y en compañía
del pintor Servideo López, fui a visitar la galería Juana Mordó, y ¡qué
alegría sentí al ver la obra del Maestro en una sala! Después en París lo
visitaba en su taller, y algunas veces lo acompañé tocando maracas en
reuniones con artistas venezolanos. En el año 1973, me mudé a la Rue
Froissard, en un barrio típico de París, como vivía muy cerca de su taller
de vez en cuando lo veía paseándose por las bellas calles del barrio Le
Marais, charlábamos un poco y compartíamos en algunos salones de arte, una
vez en un salón de artistas latinoamericanos, realizado en Le Grand
Palais, diciembre 1982, me preguntó ¿dónde están tus obras? y muy
gentilmente vino a verlas y me dijo: pasa por el taller que te voy a dar
una serigrafía, pero yo nunca fui a buscarla, siempre fue muy humano y
lleno de humildad. A veces se dieron coincidencias que el Maestro Soto
estaba, por ejemplo, en Mérida, y yo estaba exponiendo en la Galería
Alianza Francesa (1990) y él se acercaba a saludarme. Años después,
compartimos en Tovar en la casa del amigo Iván Vivas, en esa ocasión, una
noche en el taller del maestro Carlos Cruz Diez, en Bailadores, entre
chistes, anécdotas, buen vino y una suculenta cena, con el maestro Alirio
Díaz, Carlos Cruz Diez y familia, Gerardo Escalona, Martín Morales y
otros. Cuando en Maracaibo, (6 octubre 2002), se le rindió un gran
homenaje haciéndole una exposición en el Centro de Maracaibo Lía Bermúdez,
me acerqué hasta allá, me sentía contento de ver al maestro, sencillo y
amable, él contó todo ese gran recorrido, sus influencias, sus amigos,
lleno de una gran calma; recuerdo que le dieron una sorpresa con una
grabación casera en una de tantas parrandas que alguien había conservado,
Soto abría los brazos, como diciendo ¡es mucho!, aceptaba con una gran
calma a las frases de sus amigos y admiradores, todas las universidades
del Zulia lo condecoraron Honoris Causa. Se nos ha ido Soto; el gran
Maestro, ese gran recorrido desde el comienzo, cuando allá en Ciudad
Bolívar decoraba los cartelones de cine, más tarde en Caracas en la
Escuela de Arte, el acercamiento a Paúl Cezanne, el cubismo, la estadía en
Maracaibo como profesor de la Escuela de Arte y su llegada a París en el
año 1950, con 50 bolívares y con su guitarra que le permitió tocar en
sitios nocturnos para vivir, hasta el gran pintor que hoy conocemos.
Estudia a Mondrian, Kasimir Malevich, Gabo, Albers, Kandisky, Paúl Klee.
Para darnos una obra a partir de la década de los 50, en una búsqueda del
movimiento, de lo serial, lo repetitivo, y participa en el año 1955 en la
exposición con el título "Le Mouvement" en la Galería Denise René, donde
participaron Alexander Calder, Bury, Tinguely, Duchand, Agan, Jacobsen y
Vasarely. Ahí estaba Soto, con la obra "Espiral", creando el movimiento
virtual, las vibraciones y más tarde las tes, las escrituras, los
penetrables, la participación del espectador, y la integración a la
arquitectura en diferentes lugares del mundo. Hoy no está con nosotros
físicamente, ha dejado su obra, todavía algunos no conocen la
trascendencia, la importancia en el ámbito internacional, muchos museos
del mundo tienen obras del maestro, hay obras en las avenidas, en los
parques, en muchos edificios, nadie sería capaz de quitarle alguna varilla
o destruirla, la gente le admira y ve su importancia. Y aquí, hemos
destruido varias obras, de una bella obra, que está en la autopista
Francisco Fajardo quedan sólo restos de la misma, lo mismo ha sucedido con
las obras urbanas de Carlos Cruz Diez y Alejandro Otero. Ojalá, en un
homenaje a este artista excepcional se restaure como un gran
reconocimiento a quien fue un pintor de carteles para cine en su
adolescencia, y que su constancia, estudio y dedicación, nos dejó una obra
de gran trascendencia. Hoy vi a alguien en la calle y me dijo "estamos de
luto", es verdad, pero ahí está su obra con su presencia, su fuerza, y su
aporte al arte universal... ayer, hoy y siempre he tenido y tendré una
foto de Soto en mi taller
Esteban Castillo
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