¿Idiota bélico o pieza de un
sistema?
La relación entre las guerras y los
negocios capitalistas de la conquista, y los intereses estratégicos que subyacen
detrás de la ocupación militar de Irak.
Hay un modismo común,
extendido principalmente entre los intelectuales de la "nueva izquierda", de
llamarlo "idiota" , "estúpido", o "fundamentalista" a Bush sin indagar ni
analizar demasiado en las raíces formativas estructurales del "fenómeno Bush".
En este universo calificativo, el Bush "nazi", el
Bush "genocida", el Bush "estúpido", se impone sobre cualquier análisis del
poder norteamericano donde lo económico, lo militar y lo político se
interaccionan dentro de un mismo objetivo: la conquista militar de mercados y de
recursos estratégicos vitales para la supervivencia del sistema capitalista
estadounidense.
Más allá de que sea estúpido, idiota o genocida,
detrás de Bush subsiste un sistema de intereses complejos cuya dinámica define
las políticas militaristas que ejecutan el presidente norteamericano y su
camarilla de halcones, de las cuales se benefician las grandes corporaciones con
sede en Wall Street y el complejo militar industrial
estadounidense.
Cuando "demonizamos" a Bush, cuando personalizamos
en su figura todas las atrocidades del Imperio, estamos perdiendo de vista al
sistema interactivo de poder del cual (al igual que todos los presidentes
norteamericanos) el actual mandatario es un administrador y ejecutor eventual de
políticas de conquista militar que trascienden la psicología o la capacidad
mental de Bush.
Por otra parte, estadísticamente, las políticas de
saqueo y de invasión militar se diseñaron y fueron ejecutadas durante todos los
turnos presidenciales norteamericanos (republicanos o demócrtas), incluido el
del demócrata Clinton, a quien nadie llamó "nazi", "estúpido" o "discapacitado
mental" después de haber destruido Yugoslavia con 62.000 misiles o de haber
asesinado a miles de iraquíes en los primeros bombardeos "preventivos" contra
Irak.
Los negocios de la guerra
Una nota escrita por Alberto Piris en Estrella
Digital de España, resalta una teoría de Mark LeVine, profesor auxiliar de
Historia en la Universidad de California y autor de varios libros sobre política
internacional.
En la página Web del Nation Institute LeVine
escribe un provocador artículo titulado "Whose Chaos Is This Anyway?", que
podría traducirse como: "Así pues, ¿de quién es este caos?".
La teoría sugiere que detrás del telón de la
violencia, los combates y los atentados en Irak, las empresas transnacionales
abocadas a la "reconstrucción de Irak" obtienen descomunales ganancias
participando de los negociados posibilitados por la conquista
militar.
Así, por ejemplo, el San Francisco Chronicle
anunciaba que la multinacional Bechtel había alcanzado en el 2003 una cifra
récord de beneficios, tras tres años de pérdidas continuas, gracias a los
contratos para la reconstrucción iraquí. De esta manera, el caos en Irak puede
crear problemas empresariales pero también ofrecer oportunidades sin parangón,
dice LeVine
Después de esta conclusión que resume el problema,
LeVine se pregunta si lo que está ocurriendo en Irak -el caos y la "inseguridad-
se debe sólo a la "incompetencia" de la administración Bush o si ese caos es
ventajoso para algunos, que, en vista de ello, tienden a planificarlo y
patrocinarlo.
Para LeVine, el caos (utilizado en esencia para
los negocios transnacionales) se articula en tres círculos.
El primero de ellos está formado por Bush y
algunos de sus más altos colaboradores civiles y militares, a los que se
atribuyen los principales errores de planificación y la equivocada percepción de
varios factores (políticos, humanos, culturales y religiosos) del país a ocupar,
de todo lo cual vienen tratando extensamente los medios de comunicación
-incluyendo algunos libros denunciadores recientemente publicados en EEUU-,
donde se juzgan los distintos niveles de la "incompetencia gubernamental".
Pero hay otros dos círculos a los que es más
difícil atribuir incompetencia: los ideólogos de extrema derecha de la Casa
Blanca y del Pentágono y las poderosas corporaciones asociadas a éste.
Para LeVine, ambos círculos están personificados y
coinciden en el vicepresidente Cheney, antiguo secretario de Defensa y ex
director general de Halliburton, apoyado por otros altos funcionarios que nunca
creyeron que la ocupación de Irak sería un paseo militar y no les importaban las
dificultades en tanto que sirvieran para reconfigurar el mapa político de la
zona.
Pero es en el tercer círculo donde la violencia,
el caos de la ocupación, la guerra y la falta de leyes conviven con la esencia
del libre mercado, señala LeVine.
El pensador afirma que el principal motivo de la
invasión son los más de 100.000 millones de dólares que EEUU habrá invertido en
Irak a fines del 2005 -de los que no se puede saber qué parte irá a manos de
Halliburton o Bechtel y no a los iraquíes-, unidos al fraude, los sobornos y el
despilfarro (incluidos ya en los contratos como "cláusulas especiales"), sumados
a los más de 250.000 millones de dólares en gastos militares.
Para LeVine, todo esto prueba que el caos está, en
gran parte, planificado y patrocinado por intereses económicos que trascienden a
la administración política de turno en EEUU.
Los intereses subyacentes de la conquista
militar
En realidad lo expresado por Le Vine no es nada
nuevo, aunque revista el valor de la actualización del problema en un medio de
comunicación masiva.
Autores como James Petras y Heinz Dieterich, entre
otros, vienen alertado concretamente sobre la íntima relación de las doctrinas
expansionistas militares de EEUU y los intereses económicos de las
transnacionales y los bancos imperialistas que se mueven tanto en la órbita de
Wall Street como en el Complejo Militar Industrial estadounidense, y que extraen
su principal tasa de ganancias de la venta de armas, el petróleo, y la
financiación de los mega proyectos de "reconstrucción" de los países
conquistados.
Con el Plan Colombia, con los gobiernos
"neoliberales" o con las administraciones "progresistas-dependientes" de los
Lula o los Kirchner en el Cono Sur, con la cooptación de los gobiernos de las ex
Repúblicas soviéticas en Europa del Este, con la ocupación militar de Irak y
Afganistán, el objetivo siempre es el mismo: apoderamiento de los recursos
naturales, explotación de mercados y de obra de mano barata, y regionalización
estratégica del control militar sobre los territorios dominados.
Y está claro -para el que investiga sin anteojeras
ideológicas- que detrás del "Bush idiota" se encuentra el lobby judío -la logia
que controla administrativamente a Bush y a la Casa Blanca- en el cual se
corporizan los intereses económicos del llamado "poder real" del capitalismo
norteamericano entrelazado en el "Consenso de Washington", y unido por infinidad
de "vasos comunicantes" con el resto del capitalismo internacional, con
personajes, corporaciones, medios de comunicación, sociedades secretas, que se
sitúan detrás del presidente de turno y de sus asesores en
Washington.
Y hay algunos que arriesgan teorías y
verificaciones aún más abarcativas y espeluznantes de la relación entre las
guerras imperialistas y los "negocios" capitalistas, como es el caso del
pensador argentino Adrian Salbuchi quien describe la conjunción del capitalismo
norteamericano con el del resto del planeta, dentro de un cerebro del mundo que
traza las líneas motrices de las conquistas militares y el apoderamiento de los
mercados por todo el planeta.
Para un buen observador -con sentido común y
metodología estadística- el supuesto "fundamentalismo religioso" de Bush no es
nada más que el argumento banal detrás del cual se esconde la verdadera fuerza
motriz de las invasiones de conquista y ocupación militar como en Irak: el
control geopolítico-militar-estratégico y los proyectos de acumulación y
expansión capitalista, tanto en Latinoamérica, Africa, Asia, Medio Oriente, o en
cualquier región del planeta donde existan recursos y mercados apetecibles de
los cuales apoderarse.
En las espaldas de W. Bush, en la Casa Blanca, se
encuentran los estrategas y articuladores, administrativos y militares, de los
intereses operativos y concretos de los bancos, corporaciones transnacionales
(tecnológicas, comerciales, industriales o de servicios), petroleras y
armamentistas, que sacan la gran tajada capitalista por medio de las guerras de
ocupación o del control de "gobiernos democráticos" diseminados por todo el
planeta.
En los extramuros del "Bush idiota y
fundamentalista" habitan los Cheney, los Rumsfeld, los Wolfowitz, los Feith, y
el propio padre de W, George Bush, el ex presidente estadounidense y experto de
la CIA a quien los especialistas sindican como el verdadero "presidente en las
sombras de EEUU".
Esa logia de raíz sionista judeo-norteamericana es
la controladora y diseñadora de los exabruptos criminales "contraterroristas" de
W. Bush, los que -como afirma LeVine- construyen el "caos", las guerras y las
violencias detrás de las cuales se esconden los monumentales negocios de la
"reconstrucción" de los países arrasados por los misiles y las "bombas
inteligentes".
Son los ejecutores de "turno" -y también los
beneficiarios económicos- de los proyectos de expansión y acumulación de los
insaciables pulpos capitalistas que llegan detrás de los aviones de combate,
tanques, marines y helicópteros artillados a disfrutar del botín de guerra de
los países conquistados.
Y está claro que esos poderes reales van a
subsistir más allá de Bush, con Kerry, con Homero Simpson o con la Mona Chita
ocupando transitoriamente el sillón de la Casa Blanca.
Los "Bush idiota", con diferentes nombres y
apellidos, demócratas o republicanos, se clonarán periódicamente en el sillón de
la Casa Blanca mientras el Imperio norteamericano siga hegemonizando las riendas
del capitalismo unipolar.
Pero, y como todo en el mundo de la materia y de
la historia nace, se transforma y muere, falta saber si el Imperio
norteamericano será derrotado por la voluntad y la organización de una nueva
fuerza revolucionaria emergente, o caerá por la dinámica de sus propias
contradicciones internas.
La polarización creciente de la sociedad y del
poder estadounidense, las salvajes luchas por la hegemonía política y el control
de los negocios entre su clase dirigente, parecen acentuar las contradicciones
internas de un Imperio que se ha quedado sin enemigos estratégicos desde el
punto de vista militar.
En este contexto histórico, una implosión
desintegradora y suicida que termine con las bases de unidad política y social
de EEUU desde adentro, no sería descartable como hipótesis.
Roma cayó por el asedio de los bárbaros, pero el
elemento desencadenante fue motorizado por sus contradicciones internas y las
guerras fraticidas por el poder desatadas por sus clases dirigentes en la
decadencia del Imperio.
Algo parecido con lo que está pasando en el EEUU
del "Bush idiota".
Sólo que al Imperio estadounidense no lo rodean
los bárbaros de la antigüedad, sino tres mil millones de hambrientos diseminados
por los cuatro puntos cardinales del planeta.
Y ahí está Irak, el más formidable detonador de
polarización y luchas internas que se cierne como una bomba nuclear a punto de
estallar sobre la sociedad y el establishment de poder
norteamericano.
Mirándola bien, la teoría de la implosión
interna es perfectamente viable en el Imperio estadounidense del "Bush idiota"
manejado a control remoto por las corporaciones capitalistas
transnacionales
Manuel
Freitas
30/05/05